En esta Cuenca maravillosa, afortunada por su entorno y su gente, vivía una mujer, propietaria de una cantina apartada, a quién llamaban Mama Guada.
Sin duda representa nuestro motivo de orgullo y complacencia, debido a que de acuerdo a lo que cuentan nuestros abuelos, fue la única persona que ha existido en este mundo que pudo engañar al diablo.
Ante la incredulidad de las personas y según la leyenda, el diablo siempre está detrás de cada persona. A nuestras espaldas, acechándonos, astuto y rápido para esconderse y desaparecer, cuando nos damos la vuelta; burlándose de esta manera de cada mortal.
Este personaje siniestro, por doquier acudía a este mundo, para llevarse las almas de los pecadores.
Mama Guada, que sospechaba de las habilidades del diablo y que conocía sus intenciones, un día se dio cuenta que el mismo se encontraba cerca de su cantina; en búsqueda del alma perdida de un hombre que ya bebía aguardiente algunos días y que había abandonado su casa.
La mujer esperó el momento oportuno y para sorpresa del diablo, salió de su escondite, sin darle tiempo a que reaccione.
El diablo exhausto y asustado, interrogó a la mujer, que ¿cómo se llamaba?, que ¿quién era?, contestando la misma ¡Mamá Guada!
No podía salirse del asombro!, nadie antes había conseguido engañarle y descubrirle.
Mamá Guada no contenta, aprovechó la oportunidad para reprocharle, humillarle y hacerle ver lo mal que se había portado y las maldades que cometía, para que reflexionara.
El diablo agachó la cabeza, se sentó en una silleta, avergonzado y cabizbajo, estaba sudando y enrojecido.
Se cubrió el rostro con las manos, casi lloraba, hasta que imploró para que Mamá Guada, callara en sus acusaciones.
Mamá Guada, hábilmente le hizo prometer al diablo que desde ese instante tendría que ser más benevolente, un poco más comprensivo y que sólo así podía irse y regresar al infierno con un poco de calma… El diablo apenas pudo, salió a carreras.
Desde ese entonces, cuentan que el diablo es menos malo y que no se le ha vuelto a ver más rondando por las inmediaciones del pueblo.
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Sin duda representa nuestro motivo de orgullo y complacencia, debido a que de acuerdo a lo que cuentan nuestros abuelos, fue la única persona que ha existido en este mundo que pudo engañar al diablo.
Ante la incredulidad de las personas y según la leyenda, el diablo siempre está detrás de cada persona. A nuestras espaldas, acechándonos, astuto y rápido para esconderse y desaparecer, cuando nos damos la vuelta; burlándose de esta manera de cada mortal.
Este personaje siniestro, por doquier acudía a este mundo, para llevarse las almas de los pecadores.
Mama Guada, que sospechaba de las habilidades del diablo y que conocía sus intenciones, un día se dio cuenta que el mismo se encontraba cerca de su cantina; en búsqueda del alma perdida de un hombre que ya bebía aguardiente algunos días y que había abandonado su casa.
La mujer esperó el momento oportuno y para sorpresa del diablo, salió de su escondite, sin darle tiempo a que reaccione.
El diablo exhausto y asustado, interrogó a la mujer, que ¿cómo se llamaba?, que ¿quién era?, contestando la misma ¡Mamá Guada!
No podía salirse del asombro!, nadie antes había conseguido engañarle y descubrirle.
Mamá Guada no contenta, aprovechó la oportunidad para reprocharle, humillarle y hacerle ver lo mal que se había portado y las maldades que cometía, para que reflexionara.
El diablo agachó la cabeza, se sentó en una silleta, avergonzado y cabizbajo, estaba sudando y enrojecido.
Se cubrió el rostro con las manos, casi lloraba, hasta que imploró para que Mamá Guada, callara en sus acusaciones.
Mamá Guada, hábilmente le hizo prometer al diablo que desde ese instante tendría que ser más benevolente, un poco más comprensivo y que sólo así podía irse y regresar al infierno con un poco de calma… El diablo apenas pudo, salió a carreras.
Desde ese entonces, cuentan que el diablo es menos malo y que no se le ha vuelto a ver más rondando por las inmediaciones del pueblo.